Me refiero al Triángulo de las Bermudas, esa extensión de mar entre las Bermudas, Miami y Puerto Rico que, uno de los más conocidos puntos calientes donde lo insólito y aquello que no tiene explicación no faltan a su cita.
Aviones y barcos que desaparecen en esta zona sin que nadie los vuelva a ver, o que de aparecer, lo hacen a la deriva y sin rastro alguno de su tripulación.
Supuestos vórtices interdimensionales, bases extraterrestes que capturan humanos para experimentar o la influencia del continente perdido de Atlántida son algunas de las teorías menos ortodoxas de entre los que buscan una explicación a las misteriosas desapariciones del Triángulo.
Pero las historias que rodean al Triángulo más famoso del mundo no son tan contemporáneas ni tan propias de estos siglos.
Todo lugar misterioso tiene un gran historial de anatemas que se vienen produciendo a lo largo de la historia, y esta zona no iba a ser para menos.
Hoy viajamos al pasado, concretamente cuando Cristóbal Colón se hallaba perdido en aquella zona del Mar de los sargazos, surcando los confines inexplorados ( o no) de la Tierra con dos carabelas y una nao, con pocos víveres, y con una tripulación cansada del largo y pesado trayecto transatlántico al borde del motín contra el que sería considerado el descubridor de América para la Historia ortodoxa.
La zona del mar de los Sargazos, denominado así por el propio Colón, debido a las algas que flotaban en sus aguas y que reciben este nombre. Es una zona donde las corrientes marinas brillan por su ausencia y apenas sopla el viento, por lo que las naves se introdujeron en un periplo demasiado largo por este mar que aumentó, más si cabe, el enfado de los tripulantes, que conscientes de la lejanía del país que los vio partir un 3 de agosto de 1492, veían como las enfermedades, como el escorbuto, minaban sus fuerzas y las provisiones se iban acabando.
Fue en estas aguas, concretamente el 15 de septiembre de 1492, cuando Cristóbal Colón experimenta un extraño fallo en su brújula que deja de indicar el norte.
Lo que divisó posteriormente en el horizonte marítimo y que tiene que ver mucho con el fenómeno OVNI lo describe en su Diario de abordo ( y que llega a nuestros días gracias a Fray Bartolomé de las Casas, que lo transcribe):
“ Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al Oeste y alguna más. Y en esta noche al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas”.
¿Qué fue aquello que vio caer del cielo cual ramo de fuego y que tanto maravilló al descubridor más famoso de la Historia? ¿Podría ser un OSNI más (Objeto Submarino No Identificado), de los que tanto se habla en el Triángulo de las Bermudas?
En este Triángulo actualmente existen muchos testigos que hablan sobre extrañas esferas luminosas que se sumergen en estas misteriosas aguas.
Dichos testigos se cuentan por decenas y el número de personas que inexplicablemente ven insólitas luces adentrarse en el agua para luego desaparecer en la inmensidad del océano aumentan por doquier.
También se han contado historias, muy disparatadas para unos y no tanto para otros, sobre una supuesta base submarina de origen extraterrestre que sirve de puerta de entrada para múltiples objetos procedentes de lugares inexplorados los que solamente nuestra imaginación puede llegar a conocer.
¿Colón sería un testigo en primera persona de aquello cuya explicación se encuentra mirando al cielo? ¿o al mar?
Lo cierto no fue eso lo único misterioso que encontró el descubridor de América.
Ocurrió el 11 de octubre de 1492, un día antes de que Rodrigo de Triana, encaramado al puesto de vigía de la carabela “La Pinta”, gritase con fulgor aquello de “¡tierra!”.
En el Diario de Abordo se describe lo siguiente:
“Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oeste. Andarían doce millas cada hora, y hasta dos horas después de medianoche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media[…] Puesto que el almirante a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque, como fue cosa tan cerrada, que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del rey, diciéndole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y la vió. Diciéndole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el rey y la reina enviaban en el por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en un lugar donde la pudiese ver. Después que el almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra, pero el almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra.”
¿Qué era en realidad aquella luz que avistaron en la lejanía? Debido a la gran distancia a la que se encontraban, no podía ser una hoguera o una lumbre, ya que sería imposible de ver aun a pesar de la negrura de la noche.
Este avistamiento es de lo más significativo, ya que al día siguiente llegarían a la isla de Guanahaní.
Esa luz se vió por tres ocasiones e iría de arriba hacia abajo, como si de una señal se tratase y que podría mostrar que el largo transcurrir por el océano Atlántico llegaba a su fin y que, definitivamente, Cristóbal Colón y sus acompañantes pusieron pie en una tierra donde nunca antes llegó un habitante de más allá del mundo hasta entonces conocido (o tal vez si).
Este curioso “viajero” que acompañó a Colón en su busca de una ruta nueva hacia las Indias sería uno más de los múltiples objetos que se han presentado en las grandes páginas de la Historia para dar constancia de su existencia así como demostrarnos que no somos los únicos seres “inteligentes” que existen en la infinidad del Universo. Y qué mejor marco que el Triángulo de las Bermudas, un lugar que cada día nos sorprende con algo nuevo y que sigue y seguirá dando quebraderos de cabeza a los investigadores encargados de buscar la verdad. El misterio es así..
Conforme a los estudios realizados por el español Manuel Audije(quien fuera oficial de la Armada), cuando Colón y otros hombres vieron la extraña luz, se encontraban a 14.5 leguas de tierra. Es decir, a poco más de 80 kilómetros, concluyendo que esa distancia es excesiva para lograr distinguir una hoguera en tierra. Por lo tanto, muchos conocedores de la materia afirman que Cristóbal Colónpresenció luces que aparecieron hasta dos veces yendo de arriba hacia abajo en el horizonte americano.
Y aunque creo que él sabía muy bien adónde iba, pues hay estudios de su conexión con el Vaticano con su biblioteca llena de sabiduría acumulada durante milenios por diversas civilizaciones, aquellos fenómenos debieron de infundirles un temor no experimentado antes por marinero conocido. Estas luces han sido consideradas como OVNIS que estarían vigilando (o acaso dirigiéndole) el descubrimiento de América.
Volvemos a la eterna cuestión de si los “Dioses Instructores“estarían detrás del desarrollo de la historia y evolución de la humanidad.