jueves, 1 de agosto de 2019

La misteriosa Raza de Gigantes Bíblicos, los #nefilim

Existe un intenso debate acerca de los Nefilim, pero en una primera versión nos encontramos con que tanto éstos como los nombrados en otros escritos religiosos judíos y cristianos ancestrales vendrían a ser un pueblo de gigantes surgidos por el deseo de algunos ángeles rebeldes de mantener relaciones sexuales con mujeres terrestres.

El término hebreo Nefilim no implica tanto la idea de una gran estatura como la de un carácter feroz, audaz, impío y temerario. Además, ciertas traducciones bíblicas identifican a los Nefilim con “los poderosos”. Por su parte, quienes rechazan la tesis de que sean una raza fruto de relaciones sexuales entre mujeres y ángeles, tanto en el ámbito judío como en el cristiano, se basan en que los ángeles son descritos en la Biblia como “espíritus”, sin capacidad de reproducción porque no habrían sido creados por Dios para tal fin. Pero la Biblia hebrea sí refiere casos en los que determinados ángeles se materializaron en ocasiones y hasta realizaron funciones biológicas corporales, comiendo y bebiendo con los seres humanos. (Génesis 18,8).

¿Por qué habrían hecho los ángeles (o demonios) tal cosa? La Biblia no responde a nuestra pregunta, pero teniendo en cuenta que los ángeles rebeldes –también conocidos como ángeles caídos o demonios- son seres malvados y sibilinos, una posible explicación podría ser la de querer contaminar la sangre humana para evitar la posterior encarnación de Jesucristo: Dios había prometido que el Mesías nacería del linaje de Eva (Génesis 3,15) quien heriría a la serpiente (Satanás) en la cabeza. Así que, tal vez, los demonios intentasen impedirlo haciendo imposible que un día naciera un Mesías sin pecado original.

En otro orden de cosas, también existen quienes sostienen la opinión de que los Nefilim eran, simplemente, hombres malvados como Caín –y sus descendientes-, que vagaron por la tierra hasta que fueron aniquilados en el Diluvio Universal. Asimismo, hay quienes aseguran que los Nefilim podían haber sido descendientes de Set e, incluso, existe otra versión que los relaciona con supuestos extraterrestres, ya que según defienden numerosos ufólogos, habrían sido fruto de una hipotética intervención extraterrestre en la antigüedad. Esta hipótesis se basa en que el término “Nephila” o “Nefila” era empleado por los arameos para referirse a la constelación de Orión y, por tanto, los Nefilim procederían de dicha constelación.

Los Textos Bíblicos y los Nefilim

Una de las principales referencias bíblicas acerca de los Nefilim se encuentra en el famoso Libro de Enoc. Este libro, perteneciente al canon de las Iglesias Copta y Ortodoxa Etíope, no es un texto canónico para la Iglesia Católica ni aparece en la Biblia. En él se indica que el propósito del diluvio universal fue, precisamente, acabar con los Nefilim (Enoc 10,1-9), quienes no habían sido creados según los planes de Dios (Enoc 10,15-16) ni tenían capacidad espiritual y, por lo tanto, desconocían la resurrección. Una historia que es complementada por el Libro de los Jubileos, otro texto admitido por la iglesia etíope.

Asimismo, en el Libro de Baruc, texto canónico bíblico, podemos leer: “allí nacieron los famosos gigantes de antaño, de gran estatura y diestros en la guerra. Pero no los eligió Dios ni les enseñó el camino de la ciencia, y perecieron por no tener prudencia; por su locura perecieron” (Baruc 3,26-28).

Por último, en el Eclesiástico se indica que “no perdonó a los antiguos gigantes, que se rebelaron seguros de su fuerza” (Eclesiástico 16,7).

Civilizaciones Nefilim

Según la tradición rabínica, los anakim o anaquitas, los refaim o refaítas y los emim o emitas, eran pueblos pertenecientes a la misma raza nefilim. De hecho todos los términos citados se traducen por “gigantes”.

Los refaítas eran una antigua tribu cananea que vivía en las colinas de Judá y en la llanura filistea (Hebrón, Debir, Anab, Gaza, Gath y Ashdod). Antiguos habitantes de Canaán, ocupaban el Líbano y el área del Monte Hermón y construyeron una serie de ciudades fortificadas al norte de las costas de Siria y Transjordania. Vivían en la región que, posteriormente, ocuparon los moabitas y los amonitas. A los primeros les llamaron emitas y a los segundos zomzomeos. En la parte occidental de Palestina se aliaron y se cruzaron con los caftorim, que habían llegado desde Creta, estableciéndose en áreas costeras y siendo conocidos, posteriormente, como filisteos y fenicios. Así, el filisteo Goliat, quien murió al lanzarle David una piedra con su honda, era refaíta.

Como ya hemos señalado, anak o anac significa gigante y en el Midrash judío se explica que los anaquitas llevaban cadenas al cuello. Anac, su líder, era hijo del refaíta Arba. A su vez, Anac tuvo tres hijos: Sesai, Aiman y Talmai, todos ellos cabezas de los clanes arameos. Finalmente, los anaquitas fueron derrotados por Caleb.

En cuanto a los emitas, sólo nos consta lo que el Pentateuco dice de ellos: “cuando Yahvé dio la tierra de Moab a los hijos de Lot, se dice que esa tierra había sido habitada por los emitas, pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas” (Deuteronomio 2,10).

¿Qué Sucedió con los Nefilim?

Tal y como indicamos anteriormente, los Nefilim fueron una de las razones principales por las que Yahvé envió el gran diluvio en tiempos del patriarca Noé. Por tanto, en teoría los Nefilim fueron exterminados a causa del diluvio, igual que el resto de seres vivos a excepción de Noé, su familia y los animales refugiados en el arca. Y decimos “en teoría” porque si analizamos detenidamente el Libro de los Números, que narra la marcha de los israelitas por el desierto durante el éxodo de Egipto, veremos que no fue así, ya que en dicho texto se deja clara constancia de que muchos de los Nefilim sobrevivieron al diluvio: “Hemos visto también gigantes, hijos de Anac, de la raza de los gigantes. Nosotros nos veíamos ante ellos como saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos” (Números 13,33).

En todo caso, lo que sí parece cierto es que los israelitas los destruyeron por completo durante su invasión de Canaán: “Por entonces fue Josué y exterminó a los anaquitas de la montaña, de Hebrón, de Debir, de Anab, de toda la montaña de Israel: los consagró al anatema con sus ciudades” (Josué 11,21).

Pese a ser supuestamente aniquilados, la fama de los Nefilim y el temor que inspiraron se prolongó en el tiempo constituyendo la base de muchas mitologías paganas que se esparcieron por toda la tierra creando historias únicas, personajes irrepetibles y colosales aventuras.

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